Así comienza la historia…

Para saciar algo vuestra curiosidad y con la esperanza de que os cautiven, os dejo a modo de obsequio las primeras páginas de mi novela Évole.

Espero que sea de vuestro agrado.

 

 – Ya no es lo que era, creo que quizá deba plantearme algo más real, ya sabes…

– Sí cariño pero ten en cuenta los riesgos que ello conlleva, por qué sino iban a existir clubes como el mío. El mundo está loco, no podemos fiarnos unos de otros ni siquiera para el placer. Además con tu edad…, ya sabes lo cotizados que están los jóvenes como tú en el mercado de la robótica ilegal.

– Sí, lo sé. Sé que tienes razón. Bueno, ya nos veremos. Hasta otro día Elvira, cuídate.

– Ya sabes dónde encontrarme, Évole. Y ten cuidado con esa basura. –Con un movimiento de cabeza señaló hacia la entrada del estrecho callejón en el que se encontraba situado su local. Un par de hombres estaban apoyados contra la pared, parecían no estar prestando mucha atención a lo que pasaba a su alrededor, incluso se podría decir que estaban bajo los efectos de algún tipo de droga, sus cuerpos parecían estar de pie solo por la sujeción que les proporcionaba aquella pared y sus movimientos eran vagos y pesados.

Tras despedirse de Elvira se dirigió hacia  el único camino posible.

<<No creo que estos dos me den problemas, aunque no me vendría mal un poco de adrenalina>> -A medida que se acercaba a ellos notaba que cambiaban su actitud, sus movimientos ya no eran tan lánguidos y sus cuerpos parecían recobrar solidez. No pudo esconder una sonrisa.

Tras pasar al lado de aquellos hombres, los vio con un poco más de claridad. Nadie dijo nada, hasta que Évole comenzó a sentir pasos tras de sí.

-¿Ahora es cuándo tengo que echar a correr? –Hizo aquel comentario con la mayor carga de ironía de la que fue capaz, lo que causó una inmediata reacción en los hombres.

Sintió como la agarraban por el brazo pero se zafó con una rapidez asombrosa, agarrando y retorciendo a su vez el brazo de su atacante con un solo movimiento, obligándolo a arrodillarse. Con su otra mano sacó su arma y apuntó al que tenía inmovilizado a la cabeza, mientras miraba a su compinche.

-Dejadme adivinar, ¿robótica ilegal?  -Aún estando bajo la presión de aquel momento no quiso deshacerse de aquel tono irónico que sabía muy bien que los irritaría.

-¡Mátala, no dejes que me rompa el brazo! –El que estaba arrodillado no paraba de forcejear y gritar.

– ¡Imbécil, muerta no nos serviría de  nada! – gritó el hombre que estaba de pie, parecía paralizado.

-No creas, en el mercado negro siempre hay sitio para un cuerpo muerto. –el hombre arrodillado seguía forcejeando mientras hablaba con su compañero en un intento desesperado por ser liberado.

Évole creyó ver un atisbo de decisión en el hombre que tenía de pie, quizás las palabras de su compañero le hubieran insuflado algo de valentía, así que sin si quiera darle tiempo cambió de objetivo, esta vez le apuntaba a él. Pero en ese mismo momento el que tenía agarrado por el brazo sacó con la mano que tenía libre una especie de táser casero que apoyó contra la pierna de Évole, haciéndola retroceder de forma brusca y soltarle el brazo. Aprovechando esta situación el que estaba de pie le agarró el arma, forcejearon unos momentos hasta que el otro compinche le asestó un puñetazo en el estómago, haciendo que Évole se tambaleara hacia atrás. Los dos se le acercaron, Évole se había arrodillado con las manos en el vientre.

-¿Lo ves?, no es tan dura.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, le asestó un puñetazo cerca de la ingle a uno y un golpe en la rodilla al otro, ambos cayeron al suelo. Évole se irguió y le asestó una patada en la cabeza a uno de ellos, que inmediatamente quedó inconsciente, el otro intentó alcanzar el arma  que se encontraba en el suelo, pero en el mismo instante en que la recogía y apuntaba hacia la cabeza de la mujer, ésta ya le estaba apuntando con otro arma, más pequeño pero no por ello menos eficaz, en una milésima de segundo lo ejecutó.